jueves, 18 de abril de 2019

Giacometti



En el Museo del Prado puede verse actualmente una exposición de obras de Giacometti y nada mejor que ver tres imágenes de ella para apreciar su contenido.

"La Piazza" en la sala de Las Meninas

"La Piazza" es un conjunto de cuatro obras -Mujer alta III, Mujer Alta IV, Cabeza grande y Hombre que camina- que fue concebido hace 61 años como un proyecto escultórico monumental para Nueva York pero que no llegó a materializarse.

 “El carro” frente a Carlos V en la batalla de Mühlberg de Tiziano

 “El carro” es la obra en la se ve a una mujer subida sobre dos ruedas gigantes, suspendida en un equilibrio entre el movimiento y la quietud.

"Mujeres de Venecia" junto a "El Lavatorio" de Tintoretto

Las siete figuras de "Mujeres de Venecia" fueron expuestas (junto a una octava) en la Bienal de Venecia de 1956.

En exposiciones como esta en las que unas obras invitadas comparten espacio con obras propias de la entidad que la organiza suele apelarse al diálogo entre ellas como justificación de su realización.

Un posible ejemplo de ese diálogo sería el que tendría lugar entre Las Meninas de Velázquez y las variaciones de ese cuadro que pintó Picasso en 1959, tres de las cuales se muestran seguidamente.

Pablo Picasso-Variaciones de Las Meninas de Picasso

Y también puede citarse el que tuvo lugar cuando se expuso en el año 2010 en el propio Museo del Prado el cuadro “Las Meninas de Picasso” de Richard Hamilton, un buen conocedor de las obras de Picasso.

Richard Hamilton-Las Meninas de Picasso

¿Hay algún tipo de diálogo entre las obras de Giacometti y sus vecinas de Velázquez, Tiziano y Tintoretto? La imaginación es libre pero la razón no. No lo hay. De hecho, todo lo que puede leerse al respecto en la documentación de la exposición es que a Giacometti le gustaban Durero, Rafael, Tintoretto, El Greco, Goya o Velázquez. ¿A quien no?

¿Cuál puede ser entonces la justificación de la exposición de Giacometti?

No puede ser otra que la apertura del Museo del Prado a la escultura contemporánea en sus salas nobles y hay que aplaudirla porque es una opción win-win: no quita espacios expositivos a la colección del Museo y contribuye a aumentar el número de visitantes, ya sean los atraídos por el arte contemporáneo o los que lo consideren un sacrilegio y quieran verlo con sus propios ojos.

La elección de Giacometti para abrir la veda es perfecta. Se trata de un artista de gran prestigio, hay un banco suizo por medio y su obra escultórica es lo suficientemente esbelta como para que el espacio ocupado sea perfectamente compatible con el funcionamiento diario del Museo.

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