El
expresionismo es probablemente el estilo dominante en la pintura contemporánea a
partir del siglo XX. Si hubiera dos la segunda sería el esteticismo porque ya
se sabe que no puede haber calor sin frío.
Nace en
Alemania para representar el mundo tras la primera guerra mundial mediante
obras como las siguientes.
Max Beckman, La noche, 1918–1919,
Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen, Düsseldorf
Otto Dix, The Skat Players, 1920,
Alte Nationalgalerie, Berlin
En España, el
expresionismo tuvo matices propios, muy vinculados a la España “negra” y a la
herencia de Goya, siendo José Gutiérrez Solana e Ignacio Zuloaga dos de sus cultivadores más
destacados.
José Gutiérrez Solana, El desolladero (patio de caballos),
1924, Colección Banco Santander
Ignacio Zuloaga, Los
flagelantes, 1908, Hispanic Society
En sus
orígenes, el expresionismo es, pues, una corriente de la pintura figurativa con
una clara vocación de crítica social pero después de la segunda guerra mundial
pasa a ser también una corriente de la pintura abstracta.
En el Museo
Guggenheim de Bilbao ha tenido lugar una gran exposición sobre el Expresionismo
Abstracto del 3 de Febrero al 4 de Junio de 2017 a la que pertenecen las tres siguientes
obras.
Arshile Gorky, Water
of the Flowery Mill, 1944,The Metropolitan Museum of Art, Nueva York
Willem de Kooning, Untitled
(Woman in Forest), 1963–64, Colección Particular
Mark
Rothko, Yellow Band, 1956, Sheldon Museum of Art, University of Nebraska
¿Tienen algo en común estas tres obras con las anteriores que haga que puedan compartir su naturaleza expresionista?
Sí. En ambos
casos tratan de “expresar” una determinada realidad con recursos pictóricos
propios.
En el
expresionismo figurativo el objeto de la obra es una realidad exterior y el
recurso pictórico su “deformación” para otorgarle significado.
En el expresionismo
abstracto, el objeto de la obra es una realidad interior y el recurso pictórico
el “action painting” en el caso de Arshile Gorky y Willem de Kooning y el
empleo de “campos de color” en el caso de Mark Rothko para que pueda transmitir
emoción.
En la pintura
abstracta anterior faltaba este aspecto o, dicho de otra manera, era más
esteticista que expresionista como veremos seguidamente.
Si se comparan
los cuadros de la izquierda (Franz Marc,
Tirol, 1914, Staatsgalerie Moderner Kunst, Múnich; Vassily Kandinsky, Composición VIII, 1924, Salomon
R Guggenheim Museum, Nueva York; Josef Albers, Study for Homage to the Square:
Night Shades, 1956, MOMA), con los de la derecha de Arshile
Gorky, Willem de Kooning y Mark Rothko se aprecia perfectamente que, siendo
todos abstractos, los primeros son el resultado de un proceso intelectual de
combinación de formas y colores mientras que los segundos son la consecuencia
de actos espontáneos de creación.
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