jueves, 23 de noviembre de 2017

Banderas



La libertad guiando al pueblo-Delacroix-1830-Museo del Louvre
Este cuadro es uno de los mejores ejemplos de que, hasta el siglo XIX, la presencia de las banderas nacionales en el arte era plenamente conforme con su significado simbólico originario.

A partir del siglo XX ya no fué así y, muy especialmente, en el caso español.
Esta bandera de España, transformada en una soga de horca, apareció el pasado mes de octubre en un balcón de La Casa Invisible, un centro social y cultural de la ciudad de Málaga, en el marco de una «exposición artística» titulada “La Guerra. Espacios-tiempos del Conflicto”. Al cabo de poco tiempo, fue retirada del balcón e instalada en el interior del centro como una más de las obras de la exposición.

Otro ejemplo reciente de una obra de arte conceptual en la que la bandera de España aparece con un significado negativo es la ópera Carmen de Bizet en la versión de Calixto Bieito que pudo verse este año en el Teatro de la Bastilla de París. En una de sus escenas un legionario friega el suelo y se limpia el trasero con ella y en otra Micaela la usa como trapo para limpiar un Mercedes. Esas escenas desaparecieron, con el consentimiento de Bieito, en las representaciones de la ópera que tuvieron lugar en el Teatro Real de Madrid del 11 de octubre al 17 de noviembre de 2017).

Muy probablemente esas obras de arte traen causa de otras anteriores como la siguiente.
El Caudillo-Ignacio Zuloaga-Museo Reina Sofia

En todo caso, probablemente la mayor aportación del arte del siglo XX al tratamiento de las banderas nacionales ha sido darles identidad propia como objetos artísticos.
Jasper Johns-Flag-1954-MOMA

Esta es la obra que inicia ese movimiento y su valoración artística debe circunscribirse pues a la particular representación realizada por el autor de lo único que se muestra en ella: la bandera de los EE.UU.

La elección del motivo no fue tanto el patriotismo del pintor cuanto de su familiaridad para el público norteamericano ya que en 1954 tuvieron lugar diversos actos de exaltación de la bandera que hicieron que estuviera muy presente en su imaginario icónico.

Johns pintó con oleo las barras y estrellas sobre una base de papeles de periódicos (elegidos cuidadosamente para que ninguno de ellos publicara noticias destacadas que llamaran la atención) y aplicó un tratamiento protector con encaústica a su superficie externa.
Jasper Johns-Three Flags-1958-Whitney Museum-Nueva York).

Esta es otro de los 40 cuadros que Jasper Johns pintó a lo largo de su vida con la bandera norteamericana como único motivo.

A los pintores les gustó tanto la idea de Johns que muchos de ellos se consideraron obligados a aportar sus particulares versiones de la bandera norteamericana como las dos que se reproducen seguidamente.
Keith Haring-Untitled
Jean-Michel Basquiat- Untitled

En España el tratamiento neo-figurativo de la bandera no tuvo eco, pero sí lo hizo la abstracción.
Antoni Tápies- El espíritu catalán-1971-Colección Huarte
Carteles de Antoni Tápies

Como puede verse en las obras anteriores, Tapies extrae de la bandera catalana las cuatro barras rojas y el color amarillo y juega con esos y otros componentes para transmitir el mensaje deseado en cada caso ligado siempre con el sentimiento nacional catalán. Nótese que las cuatro barras rojas no están dispuestas en la posición horizontal que tienen en la bandera para reforzar su simbología reivindicativa (el nacionalismo siempre apunta hacia arriba).
Joan Miró-1983

Y esta obra tan conocida de Joan Miró -y tan identificada con el sol de España- también es, en realidad, una versión abstracta de la bandera española.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Doctor Fourquet


En la calle Doctor Fourquet de Madrid, muy próxima al Museo Reina Sofía, se han abierto en los últimos años varias galerías que exponen a artistas emergentes. Para entender ese término nada mejor que un vistazo a las exposiciones de otoño de nueve de ellas. Con ese propósito se reproducen seguidamente imágenes y textos de las mismas.

                                Albano-“Nadie Nada Borra”-Galería Juan Riso 

El trabajo de Albano explora las problemáticas de la imagen de la sociedad contemporánea. Su serie ATLAS es “un cementerio de recuerdos, herencia de la alta densidad visual a la que estamos sometidos”. El proceso pictórico, sus elementos y la dimensión temporal vertebran sus reflexiones. En sus dibujos, pinturas y esculturas encontramos cartas de color, paletas, cuadrículas, dameros, cruces de ajuste, notas o mediciones que abandonan la sombra del lienzo para ser el tema principal de la obra.

“Me interesa rescatar y elevar a la máxima categoría el proceso por el cual se construye una imagen. En esta sociedad dominada por las imágenes lo único humano es el acto de crearlas, es más, las imágenes en sí ya no me inquietan porque han perdido toda credibilidad”.

Con la utilización de los tonos verdes que le caracterizan, Albano desarrolla un discurso metapictórico donde reutiliza los residuos que genera el proceso de creación de una imagen, Las obras resultantes están, ante todo, alejadas de toda etiqueta convencional y clasificatoria. Únicamente los elementos referenciales que se ordenan en el plano pictórico nos alertan de un mundo conocido y medido por el hombre. “Consiste en utilizar y reutilizar la pintura, en entender nuestro hábitat como desierto donde convivimos irremediablemente con los elementos que nos ha dejado el pasado”.

                                 Ana Prada-“Perfección”-Galería Helga de Alvear 
           Perfección es el título que la artista Ana Prada ha elegido para su nueva exposición en el espacio de la galería. Una rotunda declaración de intenciones que quiere definir su práctica artística. En palabras de la propia artista «buscar la perfección es como perseguir rayos de luna o como cazar sombras; inútil, pero eso no evita que los soñadores lo intenten».

Los sueños de Ana Prada consisten en dar con el jarrón perfecto, con la cuchara perfecta, con la vela perfecta. A través de este tipo de sueños, se enfrenta con lo que se podría denominar el problema de la silla de Platón: todas las sillas están determinadas por la idea de silla, todos los panes por la idea de pan.

Para ella lo más importante de su relación con la perfección es cómo se enfrenta con la falta de ésta, promoviendo la repetición y modificación infinita. Por ello, las piezas que presenta se basan en esa búsqueda constante y sin fin del objeto perfecto, o al menos, del momento fugaz de la perfección.

                                 Massimo Bartolini-“Bio Biblio”-Galería Bacelos

De manera personal, la muestra adquiere el nombre por una derivación de la carpeta del escritorio de su ordenador donde guarda el curriculum vitae. El cual, no es más que un gran desfile de fechas y nombres; un poco como las lápidas del cementerio.

El concepto de girar (Turn) se encuentra también en la obra Table, con ella nos podemos imaginar al artista en su gesto habitual de girar alrededor de la mesa del estudio, de mover las cosas como un pensamiento mueve las imágenes. La mesa representa un ejercicio de partida al ajedrez en solitario, la mesa es una orquesta y un solista a la vez. Table es una grabación del ruido que hace el escritorio del estudio cuando lo desplaza arrastrándolo por el suelo. No mueve las cosas que están arriba pero sí la mesa con todas las cosas encima. Table es un sonido de un instrumento de viento que toca por fricción.
                                   Joe Hamilton-“Remote Sensing”-Ipsum Galería
En Remote Sensing, la primera exposición individual del artista australiano Joe Hamilton en España, éste presenta obra nueva que le permite especular sobre el efecto de la tecnología de teledetección en la representación del paisaje.

En las obras expuestas, el artista utiliza las imágenes creadas a través de las tecnologías de ‘remote sensing’ como una oportunidad para investigar tanto sus posibilidades conceptuales inherentes como las cualidades estéticas propias de estas técnicas de imagen especializada sin necesidad de estar vinculado a un resultado técnico o científico.

                                         A Kassen-“O”- Galería Maisterravalbuena 
            O es la cuarta vocal del abecedario, aparece escrita como un círculo de un solo trazo, la figura perfecta, la forma que contiene las demás formas, estamos ante una curva que se prolonga para volverse a encontrar. Simbólicamente el círculo representa lo absoluto, lo divino, la perfección, la igualdad. Al no tener principio ni fin, tiene una fuerte ligazón con el sentido del tiempo y el correr de las estaciones. Es el símbolo que hace girar la naturaleza entera con su movimiento eterno. Es el Sol.

En la que supone su cuarta exposición en la galería, el colectivo danés A Kassen emplea esta forma primigenia para reflexionar en torno a los procesos de creación y transformación que intervienen en sus obras. El tiempo es el que marcará el resultado morfológico de las esculturas y la obra sobre papel que se presentan en esta exposición. Este tiempo puede ser un instante o una secuencia prolongada.

Las esculturas de bronce pertenecen a la serie Pours, mostrada por primera vez en España después de haber sido concebida como proyectos site-specific en KØS y Aarhus, Dinamarca y en Kistefomuseet, Noruega. El contacto del metal líquido caliente a 1000º y el agua fría hace que el bronce se solidifique en pequeños modelos únicos de formas aleatorias, abstractas y orgánicas; posteriormente A Kassen escoge aquellos que serán fundidos a una escala mayor. Las formas resultantes son el producto de un fenómeno natural incontrolable en el que interviene el agua, el metal y sus diferentes temperaturas y estados. En la obra de A Kassen lo procesual siempre tiene un papel importante, el título Pour, de hecho, apunta al proceso, ya que literalmente se refiere a la acción de verter una sustancia. En este caso, el proceso es una reacción química instantánea que tiene un ingrediente performativo en el que entra en juego el azar, lo incontrolable e impredecible.

                                      Miki Leal-“En la línea de fondo”-F2 Galería


          Afirma David Foster Wallace, el mejor y más intenso “narrador” del tenis, que “probablemente es necesario cierto nivel de abstracción y formalidad (es decir, de “juego”) para que un deporte posea cierta belleza metafísica”. Y es a partir de dicha opinión, que se permite calificar el tenis como el deporte más bello que hay. Una afirmación que con total seguridad comparte Miki Leal, acostumbrado a convertir en eje de su trabajo sus mitologías personales, convertidas en universos referenciales o espacios de connotación desde los que abordar lo que constituye el núcleo central de su trayectoria: la pintura. Así ocurre con el tenis, convertido, en este grupo de obras, en terreno de juego para dialogar sobre el acto mismo de pintar, sobre géneros y formas, sobre la cultura, sus signos y símbolos, y la manera de representarlos.

                          Martinho Costa-“Sombra de Terra Queimada”-Galería Silvestre
            "Terra de Sombra Queimada", es el nombre de uno de los pigmentos recurrentes en la paleta de Martinho Costa. El artista ha tomado esta expresión como título de su nueva muestra en relación, también, a la luz y la carga visual de la región Mediterránea; la cultura milenaria que ha actuado como fuente de inspiración en este proyecto: desde los fragmentos y patrones persas hasta la presencia conceptual del azulejo tradicional.

En “Terra de Sombra Queimada” el espectador puede descubrir sobre la superficie pictórica pequeños fragmentos realistas. Pero también, líneas, manchas abstractas de color y diferentes tipos de patrones que generan un conjunto aparentemente libre, que convoca ecos próximos al lenguaje expresionista por su fluidez, y movimiento.

No obstante, lo que aquí ocurre es todo lo contrario. La antigua mano del pintor expresionista, cargada de fuerzas ocultas, disparaba la pintura como si de rayos en una tormenta se tratase. Pero la obra creada por Martinho Costa, presenta un expresionismo de carácter cínico, simulado, digital. Cada línea, mancha, fragmento de color ha sido íntegramente copiado partiendo de una matriz original: una red compleja de píxeles en la que aparecen recogidos todos estos elementos. Invirtiendo la idea de gesto libre que el expresionismo nos ha legado, Martinho crea la imagen construyéndola a través de un gesto que, en realidad, es un simulacro de libertad.

         Guillermo Mora-“Los Fondos Remontan”-Galería Moises Pérez de Albeniz

          La obra de Guillermo Mora no simboliza un punto entre dos disciplinas. No es un estadio intermedio entre la pintura y la escultura. Y no puede entenderse en términos binarios, como un objeto atrapado en un rango comparativo entre dos categorías que entendemos sin dificultad. La obra de Guillermo es más un dispositivo que un objeto. Un dispositivo inestable, inasible, que está constantemente cambiando. Más parecido a una epidemia: que nace en el contacto y en el contagio entre dos entidades, y que produce elementos que están siempre cambiando, siempre convirtiéndose en otra cosa. Un color que nunca es puro, sino siempre llegando a otro tono. El color se siente, pero también se siente el impulso. La materia habla. Una masa de pintura sintética que se expande, se reseca y se agrieta. Pero nunca está contenida, su expansión sigue sucediendo ante nosotros en una escala casi imperceptible, incontrolable.

La obra de Guillermo es también una obra abstracta. Una obra en donde los planos de color, las gradaciones, volúmenes, interacciones, texturas, ausencias y presencias, son elementos formales con los que el artista ha conformado su lenguaje. Este lenguaje se sitúa en un momento histórico en donde es posible trazar una trayectoria en la que el arte abstracto ha sobrepasado la condición de reliquia modernista, o de práctica amateur decorativa, y que en últimos años remonta. En este sentido, Guillermo tampoco se constituye como una entidad individual. Es el resultado de una multiplicidad de voces: las protestas utópicas de los abstraccionistas tempranos como Kandinsky, Malevich y Mondrian; la fe de Félix González-Torres en el potencial político de la abstracción para penetrar la existencia; hasta artistas más contemporáneos, como Ulrike Müller que utiliza la abstracción para discutir cuestionamientos sobre prácticas feministas en relación al cuerpo, y las políticas identitarias del presente, o Alan Ruiz, quien busca encontrar un nuevo radicalismo y capacidades renovadas dentro del arte formalista. De la misma forma, este interés ha sobrepasado la figura del artista y existen casos como el de la curadora María Lind, quien mediante un proyecto de investigación titulado “Abstract Possible” ha investigado la abstracción formal en relación a lo que ella denomina como “estrategias de retirada”, retomando la etimología Latina de la palabra abstracción [Abstrahere] relacionada con verbos/acciones como retirar, remover o sustraer.

                Wifredo Prieto-“En la mente de Dios”-Galería NoguerasBlanchard

            Con un cuerpo de trabajo maduro, la obra de Prieto se ha resuelto por medio de un sutil lenguaje conceptual para comentar las heterogéneas realidades contemporáneas. Se trata de un acercamiento poético a la realidad mediante apropiacionismos de objetos y situaciones comunes.

 Prieto en este contexto presenta una serie de pieles de vaca, que tienen por su naturaleza marcas y variaciones en blanco y negro inherentes a la piel. Por un lado, recuerdan a las manchas de tinta empleadas en el test de Rorschach, una técnica de psicodiagnóstico utilizada principalmente para evaluar la personalidad, y caracterizadas por su ambigüedad y falta de estructuración. Tanto su carácter no figurativo como su ubicación en la pared, aluden a la pintura abstracta abriendo de esta forma un dialogo con la historia del arte, principalmente al contraste entre la tradición pictórica y el origen y función contemporánea del ready-made.

En la mente de Dios profundiza en los conceptos de contraste, de diferencia, de desigualdad y de las implicaciones del azar en nuestra experiencia cotidiana. Pero sobre todo indaga en la mente psicológica que crea estas ideas y que de una manera poética-matemática busca desvelar una teoría para alcanzar la mente de Dios; que no se restringe solamente al ámbito religioso sino que alude a lo trascendental, cuyo sentido varía según el pensamiento y los contextos particulares del individuo.

 Tras el vistazo a lo expuesto en Doctor Fourquet se diría que el criterio utilizado por los galeristas para seleccionar a los artistas, dando por descontada la posesión de un alto nivel competencia técnica (lo que sucede en todos los casos como acreditan sus biografías), combina dos parámetros: la calidad artística y el precio (moderado) de las obras.

Los dos ingredientes básicos de la calidad artística en Doctor Fourquet son la originalidad y el relato.

La originalidad puede darse practicando la metapintura (Albano), buscando la perfección del objeto (Ana Prada), dando forma escultórica a la reflexión artística (Massimo Bartolini), utilizando imágenes creadas por sensores situados en satélites (Joe Hamilton), creando la forma escultórica mediante un fenómeno natural incontrolable (A Kassen), eligiendo el tenis como el tema de las obras (Miki Leal), yuxtaponiendo imágenes conocidas (Martinho Costa), eliminando el marco del cuadro para proporcionar inestabilidad a la pintura (Guillermo Mora) o utilizando pieles de vaca (Wifredo Prieto). Esa variedad es difícil de encontrar en las galerías de arte del centro de Madrid.  

El relato de lo hecho por el artista es necesario (aunque no imprescindible porque si lo fuera no se trataría de obra de arte) para proporcionar el mayor nivel de inteligibilidad posible a las obras (lo que, por otra parte, viene exigido por su alto grado de originalidad) y por eso en Doctor Fourquet se proporcionan al potencial cliente textos sobre las obras y los artistas elaborados, generalmente, por personas distintas al artista.

¡Qué difícil es ser artista plástico -y galerista- hoy día!