jueves, 18 de mayo de 2017

Paisajes



Paisajes

Recuerdo haber leído unas declaraciones del Ian Gibson en las que recordaba vívidamente el impacto que le produjo el paisaje castellano en su primer viaje a España tras atravesar Pancorbo, viniendo de Francia. ¡Esto es Africa!, pensó.  

Vela Zanetti, Paisaje Castellano, 1994
Como lo que vio Gibson es (más o menos) lo mismo que pintó Vela Zanetti en este cuadro hay que concluir que confundió el desierto con el secano. Una cosa que es que en el paisaje castellano escasee el verde y que uno pueda sufrir una cierta conmoción estética cuando recibe el impacto visual de la llanura castellana al dejar Pancorbo y otra muy distinta confundir ese paisaje con el africano.
En la paleta básica de Vela Zanetti y muchos otros paisajistas están naturalmente el amarillo, el ocre y colores intermedios como los de este cuadro de Albers.

Josef Albers, Homenaje al cuadrado, 1964
Y también otros colores como sucede en este cuadro de Palencia cuando el paisaje representado es más heterogéneo.

Benjamin Palencia, Paisaje, 1968
Pero también se ha representado el paisaje castellano de otras maneras. Una de ellas es la mirada cubista de Diaz Caneja.

Diaz Caneja, Paisaje,  1954
Diaz Caneja, Tierras cubistas, 1962

Diaz Caneja, Tierras quebradas, 1985

El cubismo de Diaz Caneja es, obviamente, una opción estilística pero ¿hay una mejor forma de representación de la (entonces) estructura minifundista de la tierra?
 Tras los procesos de concentración parcelaria y la instalación de canales de riego esas pinturas ya no son posibles. Las parcelas de la tierra son más grandes, más uniformes y el conjunto tiene una menor variedad cromática. Gana la productividad agrícola, pierde la riqueza estética.
Quizá por eso Diaz Caneja también se acercó en sus últimos años al paisaje desde perspectivas más cercanas al expresionismo abstracto como en la siguiente obra en la que no se tratar tanto de profundizar en la estructura geométrica del paisaje sino de representarlo, a la manera “rothkiana”, con una forma apropiada para transmitir unas emociones incluso más fuertes que las que produce su contemplación directa.
 
Diaz Caneja, Tierra azul, 1984
 A diferencia de sus colegas, Godofredo Ortega Muñoz veía el paisaje con gafas surrealistas como se muestra en las siguientes obras.


Ortega Muñoz, Castaños, 1956

Ortega Muñoz, Viñas, 1974
 En estos dos cuadros se muestran, con una luz irreal, los elementos que se encuentran en, respectivamente, un campo de castaños y un campo de vides representando cada uno de ellos como una entidad estética con naturaleza propia, al margen de su función productiva. De hecho, en esos cuadros los castaños no producen castañas y las vides no producen uvas, son solo formas que organizan el espacio.

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