viernes, 21 de abril de 2017

Guernica






La exposición del Reina Sofía que lleva por título “Piedad y Terror en Picasso” y por subtítulo “El camino a Guernica” está montada siguiendo un relato de los comisarios Timothy James Clark y Anne M. Wagner sobre la obra previa de Picasso según el cual: “La muestra defiende que Guernica no habría existido, que no conoceríamos esa puesta en escena final de la tragedia a gran escala, con la piedad como nota dominante, en el caso de que Picasso no se hubiera atraído antes, obsesivamente, por esas extrañas situaciones de la humanidad in extremis”.
Entre los cuadros de la exposición que ilustran esas "extrañas situaciones" se encuentran los tres siguientes.

Las tres bailarinas, 1925, Tate Gallery
Mujer en una butaca mía, 1929, The Menil Collection, Houston
Figuras al borde del mar 1931, Museo Picasso, Paris
 Siendo evidente que Picasso tuvo que estar influido necesariamente por su obra anterior al abordar el Guernica, resulta poco convincente el relato de Timothy James Clark y Anne M. Wagner porque hasta que pintó el Guernica Picasso no trató el tema de la guerra a pesar que haber vivido de cerca tanto la primera guerra mundial como la guerra civil española.
Y fue precisamente la radical novedad de su representación de los efectos de la guerra lo que explica el inmediato y fulgurante éxito del Guernica.
No es creíble, por tanto, que el terror y la piedad que pueda apreciarse en sus personajes provenga de algunas de las múltiples versiones del tema de “mujer en butaca” (sobre el que Picasso dijo a Malraux en 1945 “cuando yo pinto una mujer en un sillón es la vejez y la muerte ¿no le parece?” ni tampoco de sus cuadros con figuras monstruosas al lado del mar que son representaciones  surrealistas de las/sus mujeres y/o de las relaciones del pintor con ellas.
Es muy revelador al respecto que, con motivo de la actual exposición de Josep Renau (que cono Director de Bellas Artes de la España Republicana fue quien trasmitió a Picasso el encargo de una obra para el Pabellón español de la exposición de Paris de 1937) en el IVAM, Felipe Garín haya recordado que, cuando se celebró su exposición de 1978 en el antiguo Museo Español de Arte Contemporáneo de Madrid (MEAC), el propio Renau le contó que fueron a ver cómo iba el cuadro que le habían encargado a Picasso, muy preocupados porque se hubiera dejado llevar por su obsesión y pasión eróticas de entonces, por decirlo con palabras suaves. Los visitantes “temían que fuera una sucesión de tetas, vaginas, culos... me decía riéndose. Pero no fue así”.
Ahora bien, no cabe duda que analizando el tratamiento de alguna de las figuras del Guernica se pueden encontrar antecedentes para ellas en la obra anterior de Picasso. 
En particular, se han citado los dos siguientes respecto a la figura central de los fragmentos mostrados a continuación de ellas.

Desnudo en sillón rojo 5, 1929, Museo Picasso, Paris



La Crucifixión, Picasso, 1930, Museo Picasso, Paris

 Finalmente cabría señalar que si el Guernica fue el primer cuadro de Picasso sobre la guerra, sus grandes cuadros posteriores sobre ese mismo tema confirman que esas obras constituyen un capítulo muy singular en su pintura.

El osario, Picasso, 1945, MOMA

Masacre en Corea, 1951, Museo Picasso, Paris

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