Desde hace
algún tiempo la ciudad de Madrid es un territorio fértil para el street-art en sus diversas categorías.
Una de sus
obras más celebradas fué este mural, titulado “Todo es felicidá”, pintado por
Jack Babiloni en 2009 en la fachada de un edificio situado en el cruce de las
calles Orellana y Campoamor. A pesar de su éxito popular, tuvo que ser
destruido en 2016 por contravenir la normativa municipal.
Por el
contrario, las siguientes intervenciones en paredes medianeras de Puerta
Cerrada están totalmente consolidadas.
El graffiti
más clásico se encuentra probablemente en muros de Lavapiés en obras como las
siguientes.
La creciente
profesionalización del graffiti se advierte en la ocupación de una parte
considerable de los cierres metálicos de los locales de la ciudad con el
consentimiento explícito o implícito de sus propietarios mediante
intervenciones como estas.
La
realización de obras de remodelación en edificios completos genera en ocasiones
la aparición de instalaciones de street-art
como esta cubierta de la fachada del inmueble de Castellana 1.
En otros
casos, la realización de obras de reforma en locales comerciales conlleva
instalaciones sobre las aceras como estas de la calle de Ortega y Gasset.
Ocupan una
parte considerable de la acera y suelen permanecer en ella durante un período
de tiempo exageradamente largo para lo que sería razonable estimar para la
duración de las obras. Se trata pues de magníficos ejemplos de arte
conceptual pues consiguen demostrar que es más importante la marca de los
objetos que los objetos en sí.
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